4/9/13

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María Soledad Merindol



María Soledad Merindol
La Justicia de Malena





Me cansé de esperarte, se dijo Malena retirando su cuerpo entumecido de la silla que ocupaba. Se levantó. Movió sus pies uno después de otro. Se alejó tranquila, con una tranquilidad desacostumbrada para sí. Caminó hasta la salida. Muy lento. Sin mirar hacia atrás. Ese atrás en el que se quedaba su pasado-presente-futuro. Hacía mucho que quería hacerlo. Huir quizás. No lo tenía muy claro. Había algo que le decía que debía dejarlo todo. Me cansé, me cansé, me cansé. Se repitió mil veces intentando grabarse en su cabeza lo que no sabía si realmente le sucedía. Cruzó la calle y siguió esperando. Lo vio llegar, buscarla, mirar de un lado a otro, sacar el celular, llamar, sentarse, pedir un café, ir hasta la puerta, dudar de entrar, volver a sentarse, dejar que el café se enfriase en la mesa. Su teléfono vibró en el bolsillo. No atendió. Lo dejó sonar. Lo vio rascarse la cabeza. El síntoma de la preocupación. No quiso cruzar. No quiso marcar el número de teléfono. No quiso gritarle que estaba allí enfrente. Pero tampoco quiso alejarse demasiado. Lo quería ver por última vez. Sin darse cuenta sonrió como hacía mucho no lo hacía. Pasado-presente-futuro estaba confundido, sin entender que sucedía, por qué Malena no llegaba. Ella, una persona puntual. Ella, la que había pedido puntualidad. Ella, la que jamás faltaba a una cita. Ella, la que avisaba que llegaría tarde. Ella, la  que se enojaba con pasado-presente-futuro por ser tan impuntual. Ella, la única que pasado-presente-futuro necesitaba. Y ella sonreía detrás del árbol que la escondía. Lo miraba como se rascaba la cabeza. Sabía qué estaba pensando. Y no se equivocaba, él estaba pensando en ella. Despacito, tratando de no hacer ruido con las hojas secas, se fue alejando, tiró el teléfono que no paraba de sonar en un tacho de basura y siguió caminando.

Analecta Literaria

Revista de Letras, Ideas, Artes y Ciencias.

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